ASIGNAR OBLIGACIONES: EL TALÓN DE AQUILES DE LOS GERENTES MODERNOS

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ASIGNAR OBLIGACIONES: EL TALÓN DE AQUILES DE LOS GERENTES MODERNOS

Un 46% de los líderes de empresas a nivel internacional tiene baja puntuación en fijación de responsabilidades.

De todos los comportamientos que esperamos de los líderes, ¿cuál diría que es el que más descuidan o evitan los ejecutivos? ¿Ver el panorama general? No. ¿Delegar? No. Por mucho, la responsabilidad más eludida es responsabilizar a las personas.

En nuestra base de datos de más de 5,400 gerentes de alto nivel en Estados Unidos, Europa, Latinoamérica y la región Asia-Pacífico, 46% tiene baja puntuación en términos de fijación de responsabilidades. Notablemente, el resultado se mantiene sin importar cómo se analice la información –por calificación de los jefes, compañeros de trabajo o subordinados. Y se mantiene para ejecutivos de nivel directivo en comparación con directores y gerentes de rango medio.

Aunque la baja ética laboral y exagerado sentido “derechoso” de la Generación Y podrían estar jugando un papel en esta cobardía gerencial, la explicación más profunda viene de estudios experimentales de cooperación y del problema del “pedigüeño”. Estas investigaciones revelan los resultados individuales y grupales que se acumulan cuando algunos miembros del equipo no cargan el peso que les corresponde. La primera lección es que dentro de un grupo, los pedigüeños a menudo se adelantan a los colaboradores que trabajan duro porque disfrutan de los beneficios de pertenencia a un grupo sin hacer sacrificios.

Sin embargo, los grupos de colaboradores que cooperan tienen mejor desempeño que los grupos de gorrones. Por tanto, no sorprende que los grupos donde se castiga a los gorrones por su desempeño holgazán tengan mejor desempeño que los grupos donde esto no sucede.

El fruto real de ser blando
Es fácil ver por qué tantas personas en cargos de autoridad se muestran suaves respecto a la fijación de responsabilidades. En una era de manejo de carreras profesionales donde el interés personal reina en grande, ¿quién quiere arriesgarse a ser el malo? La desafortunada consecuencia, empero, es que independientemente de los costos de corto plazo que evite un gerente ambicioso al no jugar al policía, se ven ensombrecidos a largo plazo por la creación de una cultura de mediocridad.

EL DATO
El malo de la película. El encargado del castigo paga un precio personal en términos de pérdida de apoyo social. En palabras simples, el desempeño grupal requiere que alguien juegue el papel de policía.

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